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modelo de ciudad turística

TOWARDS A MODEL OF LATIN AMERICAN TOURIST CITIES?

The case of San Carlos de Bariloche, Argentina

Víctor Damián Medina y Andrés Niembro

Fragmento de artículo publicado en  International Journal of Tourism Cities, Vol. 6 No. 4, pp. 975-998.

En los albores del siglo XX, en pleno apogeo del capitalismo industrial en los principales centros urbanos de occidente, comienzan a desarrollarse diversos abordajes teóricos tendientes a describir y modelar el crecimiento urbano de las ciudades y, junto a ello, la distribución de las actividades económicas y la disposición (y segregación) residencial de los distintos grupos sociales.

Valiéndose de esquemas más viejos relativos a la actividad agrícola y la localización del mercado, estos modelos situaban el centro comercial o Central Bussines District (CBD) como núcleo de referencia a partir del cual se estructuraban, en función de la mayor o menor distancia a él, los usos del suelo predominantes y las rentas asociadas, ya sea en los modelos de crecimiento primerizos centrados en las ciudades industriales de Estados Unidos y Europa (Burgess, 1925; Hoyt, 1939; Alonso, 1960), como en los que luego analizaron los procesos de urbanización de las ciudades latinoamericanas (Griffin y Ford, 1980; Bähr y Mertins, 1983).

Más recientemente, la literatura urbana ha analizado los rasgos espaciales que caracterizan, en el marco de la globalización, a las ciudades neoliberales (Sassen, 1998 y 1999; Brenner, 2003). Destacando el protagonismo central del mercado y el fin de los modelos racionalistas de planificación urbana, en Latinoamérica también se señalan distintos fenómenos urbanos característicos de las ciudades contemporáneas: policentrismo, difusión y fragmentación, entre otros (Abramo, 2012; De Mattos 2001; Ciccolella, 2012; Janoschka, 2002; Borsdorf, 2003; Bähr y Borsdorf, 2005; Duhau, 2013; Pradilla Cobos, 2014). Por un lado, dichos fenómenos responden a una nueva etapa de acumulación del capital que transmuta hacia nuevas expresiones urbanas. Por otro, contribuyen a reabrir el debate respecto al modo en que tienden a crecer las ciudades en la región sugiriendo interrogantes respecto a la utilidad cognoscitiva de los modelos de crecimiento clásicos –sobre todo de aquellos referenciados en la ciudad industrial de Burgess-, e invitando a pensar su encuadre en ciudades con características espaciales distintivas.

En esta dirección, y dada la ausencia de modelos referidos a la influencia de determinadas actividades económicas en los procesos de urbanización (sobre todo de aquellas que se vinculan estrechamente con el medio ambiente), ¿podrían adecuarse algunos de sus supuestos en ciudades turísticas como San Carlos de Bariloche, que al igual que muchas otras en Latinoamérica fundan su atractivo y dinamismo económico en las bondades naturales de su entorno físico? ¿Qué elementos pueden rescatarse y qué aspectos nuevos pueden introducirse para explicar el crecimiento y la estructuración intra-urbana de este tipo de ciudades?

La hipótesis que postulamos es que las ciudades turísticas en Latinoamérica, particularmente las que se basan en determinados atractivos naturales1 (que son las que de aquí en adelante consideraremos), disponen de condiciones y características de crecimiento propias que las distinguen respecto a otros centros urbanos. En estas ciudades el entorno natural configura un clivaje distintivo que condiciona estrechamente los usos del suelo y, con ello, la distribución de las actividades económicas y los espacios residenciales.

Tomando como caso de estudio la localidad andina de San Carlos de Bariloche, en la Norpatagonia argentina (figura 1), el propósito de esta ponencia es desentrañar su estructuración intra-urbana en función de los modelos de localización conocidos y, recíprocamente, reconocer qué características de esta ciudad podrían contribuir, teniendo en cuenta su orientación turística, a la confección de un modelo de crecimiento propio de este tipo de urbes. Sucintamente, conviene adelantar al menos dos características particulares del entorno y la geografía de Bariloche. En primer lugar, se trata de una de las pocas ciudades argentinas que ostenta un ejido urbano mayor que el de la ciudad de Buenos Aires, con algo más de 27.000 hectáreas, pero con varios sectores poco densamente poblados, dada la presencia de elevadas pendientes o espejos de agua hacia su interior. Segundo, el entorno natural no es homogéneo y presenta importantes diferencias a lo largo del extenso ejido de Bariloche. Desde el centro urbano hacia el Oeste, en cercanías de la costa del Lago Nahuel Huapi, se encuentran los mayores atractivos: éste y otros espejos de agua, el bosque cordillerano y los pintorescos cerros nevados. En cambio, la creciente altitud que se desarrolla hacia el Sur (y Suroeste) predispone la existencia de hábitats con condiciones climáticas y ambientales muy desfavorables. En tanto, hacia el Este el territorio es más plano, árido y/o semidesértico, similar al que caracteriza al grueso de la meseta patagónica argentina.

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